Para leer a (los herederos de) el Pato Donald

Bueno, la vida me ha llevado a consumir peliculas para niños. Tal vez más que cuando yo mismo era chico. Y es inevitable ver en ellas fuertes mensajes cargados de ideología claro (las feministas, por ejemplo, lo denuncian fácilmente en las películas de las princesas estereotipadas). A veces de mensajes políticos muy complejos.
A lector desprevenido debo advertirle que poder ver una ideología, una disputa cultural, un "mensaje" en alguno de estos productos de la industria cultural norteameriana no significa que ese mensaje deba estar exactamente así intencionado y pensado por los escritores, productores y directores. No, no se trata de una gran conspiración (o al menos no siempre). Se trata de la imposibilidad de que esos creadores de una película "tanque" estén exentos de su contexto, sean actores situados, opinen, en sus productos (aun sin saberlo), reproduzcan en ellos sus propios problemas, obsesiones, formas de ver el mundo.  Esta aclaración será necesaria para evitar que nos ataque la secta de reducidores, que utilizando las armas de la ya milenaria "reductio ad absurdum" (la chicana más vieja del ambiente intelectual), tergiversa fácilmente cualquier reflexión.
En las peliculas norteamericanas para niños podemos detectar un número limitado de debates, de tropos, de asuntos que se repiten, que señalan, muy probablemente, disputas culturales fuertes y persistentes que se están dando en la misma sociedad estadounidense (y de ellas, cuales son las que han demostrado preferir consumir los niños y sus padres, claro, pues el beneficio también es protagonista en esta disputa).

 La violencia

Uno de estos tópicos comunes es la apelación a la violencia. En casi todos los productos audiovisuales para niños norteamercanos los conflictos se resuelven con violencia. Aún si se intentara resolverlo por otras vías, finalmente, esas vías prueban ser deficientes, y en algún momento, hay que hacerse cargo, salir del placard de la víctima y pegar ese golpe que te liberará del peleón de la clase o del monstruo invencible. No se aquí si citar alguna pelicula en particular porque esto está en practicamente todas ellas (incluso, por ejemplo, las excelentes Toy Story, que tienen varas escenas de peleas con "malos"; La Era del Hielo 1 con los tigres dientes de sable; Madagascar con los fossa; Cómo entrenar a tu Dragón; o cualquier otra). Esto marca una diferencia importante respecto del animé japonés, en el que la violencia, que llega a niveles de una crudeza y visibilidad intolerables para cualquier producto occidental, es princpalmente una competencia. En el animé el nivel de violencia que cada uno puede desplegar está organizado progresivamente, los enfrentamientos son individuales, honoríficos y suponen pasos a seguir dentro de un sacrificado y largo camino de superación personal. Incluso, se dan en el marco de cierto reconocimiento, respeto o incluso a veces admiración  por la fuerza del otro (Caballeros del Zoodiaco, Pokemon y sus muchas reversiones, los animés de ninjas, etc.). El conflicto es un problema interno de cada personaje, y cada uno debe resolverlo, superándose, sobre todo si ese conflicto lo limita para ser un mejor guerrero/combatiente. En las producciones norteamericanas, la violencia no es un camino para la competencia y la superación personal, si no que es un medio necesario (indispensable) y universal para resolver los conflictos. El heroe no busca su superación personal (como el japonés) y llegar al máximo de su potencial, si no que busca, principalmente, salvar a los suyos mediante la destrucción del enemigo que los amenaza. El contraste es aún más fuerte con las producciones canadienses, que en general no recurren a a violencia en ninguna forma: los conflictos son confusiones y se suelen resolver encontrando la verdad o colaborando para un obejtivo común o apelando al amor/la amistad (Backyardigans, El Mono Jorge, Caillou). Esta pequeña introducción demuestra cómo los productos culturales infantiles expresan determinadas concepciones culturales y disputas propias de cada contexto.

El padre

Otro conflicto llativamente repetido en muchas peliculas para niños norteamericanas las últimas décadas es la relación padre-hijo . Este tema se presenta novedoso y actual. Pensemos por ejemplo, en la ausencia de los padres varones y este tipo de conflictos en cualquier cuento de princesas, o en Mickey Mouse o Donald. El problema del padre no era un problema. En los años 50 el padre era algo ausente. En los 70 y 80 si aparecía, su atuoridad se acataba y obedecía como a un superior militar (la familia Ingalls), su rol como el jefe máximo estaba claro. En las películas de las ultimas décadas el padre, posicionado como aquel que debe cuidar al grupo, impone una estricta disciplina a sus hijos. Pero sus hijos quieren ir más allá, conocer el mundo, arriesgarse, crecer. La disciplina paterna se lo reprime para cuidarlo de los peligros. La tensión explota cuando un acontecimiento determina la separación entre el hijo/la hija y el padre. El padre es quien debe buscar a su hijo nuevamente, y la resolución resulta en que el padre debe reconocer la independencia de su hijo, arrepientiéndose por ser tan rídigido, y reconociendole a su hijo/a valor propio (Nemo, La Era del Hielo 4, Los Croods, entre otras). El padre nunca está ausente, se convierte, sorpresivamente en el centro de la familia, valiente, cuidador (desplazando así de las historias infantiles a la madre y su par problemático, la madrastra), pero para serlo, no puede ser ya ese padre estricto, militar (al que veíamos en las series, se le respondía "si señor"), debe ser comprensivo, flexible, y dejar crecer a sus hijos, o devendrá la tragedia (si quisieramos ponernos focaulatianos, diríamos que en la familia norteamericana la apternidad masculina ha pasado de establecerse como un poder de tipo soberano a un poder de tipo pastoral, el que tradicionalmente ejercía la madre). Nos animamos a hipotetizar que en la sociedad norteamericana el rol del padre está cambiando, está en disputa, y las nuevas generaciones, ya devenidos jóvenes adultos (entre ellos los guionistas, productores, directores) están probablemente resolviendo una disputa generacional con sus propios padres y pensando en su propia fórmula para serlo ellos mismos. La flexibilidad, antes un atributo de la madre, debe ser también competencia del padre.

El orden social

Una de las películas más famosas y exitosas de estas década ha sido la saga Madagascar. Es también tal vez la compleja en su mensaje. Se trata de un grupo de animales del zoológico de Nueva York (símbolo de la gran urbe moderna) que por accidente termina en una isla extraña (el mito de la isla nueva, donde cae el orden social y hay que replantearlo de cero con nuevas reglas).
El león es canchero, arrogante, joven, bello. El público lo venera. Se siente exitoso. Y como todo león, es rubio/castaño. Habla como un tipico joven urbano. Su mejor amigo es la cebra. Su voz la pone un actor cómico negro, Chris Rock, famoso por exagerar, con un poco de sarcasmo y otro de reivindicación, los rasgos de la cultura negra urbana yanqui. Y es esa misma voz sobractuada la que tiene la cebra. La cebra sueña con volver a África para conocer sus orígenes (como los movimientos recolucionarios negros de los70), y tiene problemas de identidad: no sabe si es negro con rayas blancas o blanco con rayas negras: un negro aburguesado, o un burgués que tiene la peculiaridad de ser negro (el chiste con la negritud y los prejuicios raciales cobrará un giro más ácido en la segunda película, en la que por fin llegan a Africa y su amigo león tiene problemas para reconocerlo entre todas la cebras porque son todas iguales. Cuando el león dice eso en voz alta, su amigo se ofende  y deja de ser su amigo). Es justamente esta obsesión con querer conocer Africa la que va a desatar el conflicto, casi trágico, entre ellos.
Otro animal del grupo es la jirafa. Tiene un apellido judio (Melman, interpretada por David Schwimmer ), no quiere saber nada con dejar nueva york, y se siente siempre enfermo y necesita a su doctor. Es nervioso, hipocondríaco, traumado. La jirafa es como un Woody Allen, es decir, intepreta al judio newyorkino sobresocializado, dubitativo, intelectual, enfermizo.
Finalmente el grupo se completa con una hipopótamo. Es la única mujer. Tal como nos han retratado a las amas de casa norteamericanas las series, es buena, sensata, pragmática, y tiene la sabiduría de lo cotidiano.
Ajeno al grupo pero siempre acompañádolos hay un grupo de pingüinos. Hay claramente un jefe que da órdenes con voz de mando. Y hay tres pinguïnos que lo obedecen sin titubear. Están entrenados. Cuando pelean utilizan artes marciales y está muy coordinados. Se saludan con la venia militar. El nombre de uno de los que obedecen es Cabo. Los pingüinos se mueven como militares, y más específicamente como un grupo comando (planean la fuega del zoológico, una vez en el barco, reducen y maniatan al capitan y toman el control del barco).
El conflicto se desata porque el león (el rubio, el blanco) es carnívoro, y claro en la isla salvaje no hay carne cortada de frigorífico. Entonces desesperado por el hambre, el león ataca a su amigo la cebra para comérselo (el negro), de lo cual se arrepiente profundamente.
En la isla se encuentran con un grupo de lemures: se la pasan bailando. El jefe de ellos es un alto flaco y con barba, que pretende ser su rey, pero la autoridad cotidiana descansa en un gris asesor en la sombras Este rey flaco, alto y barbudo, da larguísimos discursos, altisonantes, belicosos, como si los lemures fueran temibles para alguien, amenaza a los extraños, discursos a los que nadie presta atención, puesto que en el fondo, ese público tan particular sólo quiere fiesta. Sí, se trata de Fidel y los cubanos. O al menos, el juego resume toda la mirada (los prejuicios) yanquis sobre Fidel, Cuba o cualquier otro país caribeño, que para ellos ha de ser similar.  Con ellos también se desata el conflicto: el león, fuera del orden que le provee la ciudad, los ve como pedazos de carne. No puede evitar querer comérselos, si allí en su propia isla.

Entre otras escensa de un simbolismo poderoso, el león, peleado con sus amigos porque quiere volver a su ciudad, arma una Estatua de la Libertad en madera en soledad, mientras sus amigos descansan desprecupadamente en un luau de frutas. Por un accidente, la estatua de la libertad que el león había construido se prende fuego y cae. ¿Es necesario reflexionar mucho sobre qué representa la Estatua de la Libertad en el imaginario norteamericano, cómo la han posicionado como el símbolo de todo su sistema social basado al mismo tiempo en la libertad y en la guerra, y en la promesa de éxito para todas las razas que deseen poblar esa tierra de libertad? Pues, en la selva, fuera de la ciudad, todo lo que esa estatua de la libertad representa, se prende fuego, cae. Y con ella, cae lo que hacía que el león no se quisiera comer a sus amigos, los animales hervívoros.

La relación entre el león y la cebra se restituye cuando la cebra es atacada por los fossa (los depredadores locales)y el león la salva, gracias a la ayuda y un complejo plan ejecutado por los pingüinos, los verdaderos héroes del asunto. Finalmente, los pinguínos logran hacer que el león cese de desear comer a sus amigos, presentandole al león la pesca. Un pescado, un objeto sustitutivo, una sublimación (justamente, comida de pingüino), para que no se coma a us amigos. No hay que comerse al compatriota negro (ni a la ama de casa, ni al judío urbano) y hay que convivir con los lemures cubanos en paz. Tu instinto predatrio debe dirigirse hacia otro lado (esos pescados que se van a comer, en este dibujo, no son antropomorfos, como sí los otros animales hasta aquí mencionados).
La imagen del orden social y su resquebrajamiento en esta pelicula es muy compleja y potente. Es muy curioso que la amenaza para mantener la paz en este esquema social cuando cae la urbe, cuando cae la civilización, sea justamente el león, el blanco (para acentuar e simbolismo: cuando el león pierde su urbanidad y se convierte en una besia feroz, sus ojos cambián de marrón a celeste), que es quien, en el fondo desea comerse (exterminar) a sus compatriotas y amigos. Y lo más llamativo es que ese orden social puede volver a funcionar a mantenerse en paz, gracias a la intervención de ese grupo militarizado, que está al lado, pero no está adentro, que son quienes salvan a los demás cuando ya no hay otra solucion posible. Los pinguinos/militares, son finalmente quienes mantienen el orden y reconstuyen la paz en el orden social cuando este amenaza con descomponerse y desembocar en un exterminio de los otros del grupo.


Miedo y libertad

Uno de los grandes hitos en la cultura norteamericana que la ha modificado fuertemente en las últimas décadas ha sido, claro, el desplome de las torres gemelas del 11/09/2001, y las guerras sucesivas a las que dió lugar. Hay dos imágenes que llegaron fuertemente a las pantallas y rediseñaron estéticamente la guerra y el caos en las películas infantiles, Una es el humo. El humo que arrasa, que avanza indefectiblemente, arrolladoramente, que trae la nada. El humo que aplasta, invade, como una avalancha o un tsunami de la nada misma. El humo, ese que se puede apreciar en las filmaciones de las calles de Nueva York cuando caen las torres, que se traga a bomberos y victimas circunstanciales y los sepulta, es el mismo humo que luego aparece en Los Croods, en la Era de Hielo, y en tantas series. Es humo respresenta a la nada, el caos, lo ingobernable. La otra imagen es la guerra como fuegos articiales, imágenes que ya vimos en la guerra del golfo. Una sucesión de estelas de humo y explosiones silenciosas, filmadas desde lejos, que, sabemos, significan destrucción masiva (Como Entrenar a tu Dragón II).
Pero la gran modificación que logró el 11 de septiembre fue cultural y política. La instalación definitiva del miedo (y el desprecio) al otro extranjero, del patriotismo belico, la justificación de medidas politicas increiblemente autoritarias, invasivas, basadas en el miedo. La vuelta del conservadurismo más extremo.

Los Croods son una familia cavernícola en un mundo prehistórico imaginario. Todos sus vecinos han muerto. Viven en un mundo hostil. Por ello, deben respetar la autoridad del padre. El padre dice que hay una sola regla para sobrevivir: tener miedo. El miedo es bueno, el miedo los ha salvado, el miedo hace que se suiden entre ellos. Sólo salen pra cazar, pero de inmediato toda la familia debe volver a la cueva. La cueva se cierra con piedras hasta que quedan completamente a oscuras, y duermen amontonados unos sobre otros. El padre les cuenta siempre el mismo cuento: un osito que por curioso se murió.
Pero en la familia hay una joven adolescente, Ip, que le intriga ver la puesta del sol y saber que pasa allá afuera. Una noche, siguiendo una chispa encendida, descubre su propia sombra y sale de la caverna (en una hermosa interpretación de la Alegoría de la Caverna de Platón). Allí conoce a un joven ("Guy": tipo, persona) que viene escapando de "el fin". Ha perdido a toda su familia por el Fin, y a diferencia de los Croods, no es muy fuerte, pero tiene muchos recursos, como el fuego, que Ip no conocía, y una mascota (Belt: cinturón) que funciona como muchas herramientas.
El conflicto se trabará porque el joven les dice a los Croods que "el fin" viene avanzando, derrumba todo, las cuevas, las montañas, el mundo tal como lo conocen (es en efecto, igual que la nube de humo del 11/9). El padre Crood dice que harán lo de siempre, encerrarse y quedarse en la cueva. Guy dice que morirán, que los alzanzará el fin si hacen eso. Que deben "avanzar" a irse a otro lugar: a seguir el sol (la luz) ¿Que hay a dónde va el sol? "El mañana". Durante su travesía al mañana, podrán sobrevivir gracias a que Guy tiene "ideas" para resolver los problemas. El padre resiste las "ideas" pero a punto de perder el liderazgo intenta entonces también tener "ideas". Finalmente no sólo llegan a un lugar que les permitirá sobrevivir, si no que lo harán montados en sus nuevas mascotas, que eran las fieras que antes se los querían comer.
Los Croods interpela justamente a la sociedad norteamericana post 11/09 y aquí el simbolismo sí me parece, es explícito y bien pensado. Les dice que encerrándose en sí mismos, en el oscurantismo, y teniendo miedo del mundo, no van a escapar de la amenaza de la destrucción. Que sólo sobrevivirán si abren la cabeza a las nuevas ideas y deciden seguir la luz (una apelación explícita al iluminismo), avanzar a la sociedad del mañana, aceptar al otro (Guy, las fieras). Y que para eso deben liberarse del miedo. Es una pelicula jugda y valiente: una interpelación ilumnista a una sociedad que ha caído en el oscurantismo.


La guerra

El debate político sigue en estos tanques infantiles. La mirada exactamete opuesta, pro bélica e imperialista, es defendida y argumentada en Cómo Entrenar a tu Dragón II, casi inviertiendo por completo el "mensaje" de la perimera película. El la primer película, una tribu de vikingos vive en guerra con los dragones. Hippo, delfín de la tribu y antihéroe, no es un vikingo bravo ni fuerte y no quiere ir a la guerra. En un accidente queda herido junto con un dragón y ambos descubren que, lejos de lo que todos pensaban, pueden ser amigos, vivir juntos, y hasta domesticarse y quererse. L
a II pelicula está atravesada por una tragedia edípica y freudiana. El hijo debe tomar el lugar de jefe del padre. Pero el problema, en este caso, es que el hijo no quiere. Se escapa, y allí conoce  su madre (a quien no conocía). Se junta con su madre y la junta a ella de nuevo con su padre. Pero esto supone la muerte del padre (en una batalla, el Dragón de Hippo mata al padre). Hippo hereda el cargo de jefe de la tribu, que gobernará junto con su madre (en un exceso, tal vez, de simbología freduiana, el dragón de Hippo tiene una cabeza particularmente fálica) 
Pero entretejida con esta tragedia edípica hay otra historia. Hippo descubre a un dragón blanco gigantesco, al que todos los dragones menores obedecen, que es llamado "Leviathan" (ese dragón gobierna y cuida a los dragones donde vive su madre). Mientras tanto, un sujeto particularmene oscuro de tez y pelo (no vikingo y con rasgos inocultablemente arábigos), que había sido expulsado hace muchos años de una reunión de jefes vikingos, ha reunido un ejercito de dragones que gobierna también a través de otro Leviathán, este, de color negro ¿Por qué le obedece este Leviathán a ese rey extranjero/árabe? Porque lo ha dominado, y es ley de la naturaleza que los más débiles deben obedecer a los más fuertes.
Se suscita una batalla en la que el Leviathán blanco muere atacado por el Leviatán negro (la misma en la que justamente, dominado por el Leviathán negro, el dragón de Hippo mata al padre), y luego el jefe malvado quiere invadir a la tribu vikinga. Allí Hippo debe recuperar el control de su propio dragón y con un ejército de dragones bebés (que son los únicos que pueden escapar a la ley de la obediencia), ataca al dragón negro. Al hacerlo él mismo debe asumirse como jefe, para poder ser el dominante, y que los demás le obedezcan. Así libera a su tribu. La tribu puede ser salvada en la medida que Hippo aprende que una autoridad fuerte es necesaria (y debe asumirla él) y que es ley de la naturaleza que los débiles deban obedecer a los fuertes, y que la guerra a veces es necesaria. Una vez más, queda probado, contra lo que parecía proponer la primera película, que no todos los conflictos pueden salvarse con comprensión, si no que la violencia es necesaria, como es necesaria una autoridad firme, fuerte y que no tenga problemas en asumirse como tal. Casi una apologia del fascismo.

Hay otros procesos culturales muy interesantes, que por ahor dejaré afuera (por la extensión que tiene este post). Uno de ellos es el que representa la serie Barbie, o el pseudo feminismo en épocas de consumismo. Porbablemente los dejaremos para próximas entregas.

No he tratado de denunciar una simple ideologia imperialista que se nos iocula o cuela en los productos infantiles que consumen nuestros niños latinoamericanos, como Dorfman y Matellart. Antes creo que en los mismos productos de la industria del entretenimiento se dan las disputas ideológicas y se reflejan los procesos culturales que atraviesan la sociedad norteamericana, y que nuestros niños en parte aprender a leer la realidad a traves de ellas.

Comentarios

  1. Muy bueno Mariano!, aca aprovecho y te mando la nota de lectores que mandé el año pasado sobre los minions y la tortura (no publicada..)

    Este pasado 9 de julio nos dispusimos, ante la insistencia y demanda de nuestro pequeño hijo de 4 años, a ir a ver la famosa película de esos divertidos e incomprensibles personajes amarillos, los MINIONS. Ya ir al shopping de Haedo un 9 de julio fue una aventura innecesaria… pero esa es otra historia. En todo caso, sentados con pochoclos y lentecitos 3D vimos desfilar en primera plana el asesinato por parte de estos queridos muñecos amarillos de todos los “jefes” que iban adquiriendo. La verdad que ver caer al dinosaurio “Rex” en lava caliente y empujado sin querer por uno de los minions en una de las primeras escenas no me pareció agradable, sin embargo la cosa no se quedó allí, fue montando en violencia con cada escena, al mismo tiempo que se iba vaciando de contenido y de magia. Y ahí llegó, la escena donde encierran a los personajes amarillos aterrados en una sala de tortura. Se muestra la guillotina, la mesa de tortura y distintos artefactos. Pero no se quedan ahí, un encapuchado les aplica claramente varias de ellas y los divertidos personajes juegan y se divierten con esos nefastos instrumentos. La banalización de la crueldad llegó a su máximo esplendor frente a nuestros pequeños hijos. Es además una escena completamente prescindible de una película que da al piso con cualquier magia que podían tener esos bichitos y que había conquistado el querido GRU.

    Pero hay que decir que la tortura aparece de forma reiterativa en las películas predilectas de nuestros niños, podemos empezar con CARS 2 donde a uno de los agentes lo colocan en una mesa para que hable y le aplican una máquina hasta que reviente… o bien Toy Story 3 donde el Osito y sus secuaces lo encapuchan a Buzz Lightyear, lo atan y lo colocan bajo una lámpara para que confiese, o quizás también cuando en SHRECK atan a la galletita en una mesa para torturarlo. Seguro me voy quedando corta con los ejemplos, pero bastan para saber que nos están naturalizando la crueldad y el daño, pero la peor de las crueldades, la tortura, la que se realiza con desigualdad de fuerzas y bajo la premisa del terror.

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